Antínoo

Antínoo, el amante del emperador romano Adriano, vida

Antínoo era un joven de gran belleza, conocido por ser el amante favorito del Emperador romano Adriano, luego de su trágica muerte fue venerado como un dios y se le rindió culto. En el presente artículo expondremos de forma detallada todo acerca de la vida de Antínoo, su culto y más.

Antínoo

¿Quién fue Antínoo?

Antínoo era un joven de gran belleza, el amante favorito del Emperador de Roma Adriano. Luego de su trágico fallecimiento el amante fue deificado y se le comenzó a rendir culto. A lo largo de su vida se llevaron a cabo muchos retratos de su persona, los cuales aún se mantienen vigentes. Desde el Renacimiento hasta la actualidad, Antínoo ha sido una imagen empleada como la representación del arte, sobre todo para hacer esculturas, y su enigmática figura ha captado la atención de numerosos artistas.

Su vida

A pesar de que Antínoo es un personaje muy poco conocido, su importancia no radica tanto en los acontecimientos de su vida como de su enaltecimiento posterior, de los cuales se han presentado numerosos testimonios hasta los días actuales. De una misma manera, en la Antigüedad los escasos datos que se tenían acerca de su persona se entrelazaron con leyendas.

La fascinación que ronda alrededor de Antínoo se basa en su mayor medida en la relación que tenía con el emperador Adriano, ya que muchas de las obras de arte realizadas se basaban en esta unión. La personalidad que se encuentra en el trasfondo escaso de estos datos y las obras de arte no ha podido ser reconstruida por medio de la investigación histórica.

No obstante, se sabe que Antínoo nació en Bitinio-Claudiópolis, ciudad de la región de Bitinia, en el noroeste de Asia Menor,​ entre los años 110 y 115. El Emperador Adriano (también conocido como ”Emperador viajero”) quedó impresionado por la belleza de este joven al encontrarlo en uno de sus viajes. Hoy en día no se puede precisar si el primer encuentro entre estos dos hombres sucedió durante la primera estancia de Adriano en Bitinia, en 121, o en 123/124, sin embargo, Antínoo estuvo al lado del Emperador desde su encuentro hasta su muerte.

En toda su vida, el ideal que más aspirada el Emperador era tener la vida de un griego. De acuerdo a la visión que los mismos habitantes del pueblo romano tenían, la vida griega estaba unida a la pederastia, en donde un hombre adopta a un niño como suyo en todos los papeles de su vida.​ Por otro lado, la tradición cristiana y la interpretación moderna de la pederastia la reducen solo al componente sexual. Del mismo modo, se sabe el disgusto que tenía el Emperador por su matrimonio con Vibia Sabina.

En líneas generales, no se tiene mucho información sobre el tipo de relación que había entre Adriano y Antínoo. El poeta Páncrates de Alejandría, contemporáneo de Adriano, hablaba de un acontecimiento que tuvo lugar en el desierto de Libia. Según este, el Emperador mató a un león con una jabalina poco antes de que atacase a Antínoo.

En sitio en donde se derramaron las gotas se sangre del león surgió la ”flor de Antínoo”, el antinóeios (flor de loto de color rojo).​ A pesar de esto, resulta impulse saber a ciencia cierta si este acontecimiento se basa en un hecho que tuvo lugar en la realidad, o si se trata simplemente de un añadido posterior para embellecer la vida del personaje.

De una misma manera, la muerte que se sabe de Antínoo está combinada con otras leyendas. De lo que se sabe a precisión es que el joven cayó al río Nilo el 30 de octubre de 130 o poco antes, cerca de la ciudad de Besa, en el Egipto medio,​ y se ahogó, mientras Adriano lo veía. Dion Casio y Aurelio Víctor, que escribieron en fecha muy posterior, exponen que las circunstancias del fallecimiento de Antínoo no estaban claras.

Antínoo

De acuerdo a los hechos recogidos por diversos historiados, la muerte de Antínoo fue un mero accidente. Existe otra versión en donde el joven sacrifica su vida para salvar al emperador, de este modo por medio del sacrificio, le aseguraba una vida larga y afortunada. El joven sabía luego de hablar con un astrólogo que su suicidio brindaría al emperador la posibilidad de seguir viviendo después del plazo que le había sido asignado por los hados.

El autor de la biografía de Adriano en la Historia Augusta expone por otro lado, la posibilidad de que el suicidio de Antínoo fuera un modo de escapar de las responsabilidades sexuales con Adriano.​ Viéndolo desde retrospectiva, no se puede descartar la hipótesis de una intriga palaciega. Igualmente, la esposa del Emperador Adriano no debió de quedar demasiado afligida por la muerte de su competidor.

Culto religioso a Antínoo

Luego de la muerte de Antínoo se le empezó a adorar como una divinidad o, al menos, como héroe. Los cultos para este joven se hicieron sobre todo en las provincias orientales del Imperio Romano, de fuerte impronta griega (en las provincias occidentales del imperio también era común ver este tipo de adoración, aunque nunca tuvo tanta fuerza).

A partir del período helenístico se comenzó con la tradición de deificar a algunos hombres después de su muerte. Adicional a esto, varias ciudades griegas querían mostrar su adoración al Emperador amante de su cultura. Antínoo fue asociado o identificado con dioses como Dionisos, mientras que en Egipto, su identificación con Osiris tuvo un significado particular.

Antínoo

Solo la muerte por ahogamiento durante la crecida sagrada del Niloya significaba para los egipcios una exaltación: también el Dios Osiris se había ahogado en el Nilo, según lo expresa su mitología, por lo cual la consagración del joven como ”Osiris-Antínoo” u ”Osirantínoo”no fue considerada una sorpresa para el pueblo. Luego de su deificación como Dios, el joven podía recibir plegarias y curar a los enfermos.

En un mismo sentido, en otras ciudades del Imperio, su culto comenzó tiempo después a la muerte de Antínoo, con el levantamiento de templos y la institución de sacerdocios para su culto. En muestra de homenaje, se realizaron competiciones musicales y deportivas, muy parecidos a los Juegos Panhelénicos, las Panateneas y los Ptolemaicos, las Antinóeia.

Además de Antinoópolis y de la ciudad natal de Antínoo, Bitinio-Claudiópolis,​ las ciudades de Alejandría, en Egipto, y Mantinea, en la región griega de Arcadia, así como Lanuvium, en el Lacio fueron centros de culto. En estas ciudades eran donde se llevaban a cabo cada cuatro años los Grandes Juegos de Antínoo. Por todo el Imperio se han descubierto inscripciones en honor a este joven.

En muchos lugares se hicieron estatuas y se acuñaron monedas con la efigie del difunto. El filósofo Numenio de Apamea escribió al emperador una Consolatio​ y los poetas Mesomedes,​ Ateneo y Páncrates hicieron poemas acerca de Antínoo. Es posible que el momento más grande que se le dio a este joven fue cuando nombraron una constelación con su nombre.

El culto de Antínoo alcanzó su punto más elevado en los años posteriores a su muerte (130) y la de su protector, Adriano (138), nunca se tuvo conocimiento acerca de la opinión del Emperador Adriano sobre este culto. No obstante, la devoción parece haber sido en parte auténtica. En la parte oriental del Imperio, Antínoo era considerado como un héroe a causa de su sacrificio para salvar la vida de un amigo y protector.

Sin embargo, los primeros autores cristianos vieron su muerte de una manera muy diferente. No hablaron acerca de su supuesta muerte sacrificial ni de las misteriosas circunstancias de su muerte, si no que lo criticaron sin quitarle lo polémico. Por un lado, lo vieron como un triste dios mítico creado por el hombre, y por el otro lo retrataron como un efebo amante del emperador, objeto de sus prácticas homosexuales.

Antínoo, sobre todo para los Doctores de la Iglesia del siglo IV, se había convertido en un símbolo de la corrupción moral romana y de la irracionalidad de su politeísmo. A pesar de ello, con el paso de los años, otros autores aclamaron su sacrificio e incluso lo consideraron imagen de la muerte redentora de Jesucristo.

Antínoo en el arte

Aunque era poco usual que personas que no fueran parte de la familia real se veneraran de tal manera, existen todavía numerosos retratos de Antínoo. Esto es increíble, puesto que su culto se mantuvo en su apogeo solo durante los pocos años que mediaron entre su muerte y la de Adriano (130-138).

No se tiene conocimiento si Antínoo fue retratado durante su vida, pero lo importante es que estas imágenes se mantuvieron luego de muchos años de su fallecimiento. Por otro lado, en los días actuales solo se encuentran vigentes las esculturas que conforman 100 retratos de Antínoo, a los que hay que añadir unas 250 representaciones en monedas y, además, de sus apariciones en obras de arte menores.

Aunque el joven no tenía un cargo público y por lo tanto solo podía ser considerado un particular, sus retratos no poseen las características de los retratos privados. Además de por su elevado número, sus obras son muy diversas en cuanto a su iconográfica. Solo pueden encontrarse paralelos en los retratos imperiales romanos. Los variados retratos en cuando a la en la escultura como en la numismática, tienen algunos aspectos de la propaganda imperial.

Monedas

A partir del año 133/134 se acuñaron en diversas ciudades del oriente griego monedas con el retrato de Antínoo. En la parte occidental del Imperio, e incluso de la capital, Roma, por su lado no poseen monedas en las que aparezca el joven bitinio. De una misma manera, las monedas pueden datarse de forma precisa, puesto que al ser hechas en Egipto figura la fecha local, las cuales fueron acuñadas el mismo año de la muerte del Emperador (138).

En este sentido, se puede afirmar que las monedas acuñadas con el rostro de Antínoo fueron hechas en un período máximo de cinco años. Esto demuestra una vez más el dolor tan grande que debió sentir Adriano, o la veneración por el joven en el Oriente, ya que en tan poco tiempo se acuñaron 250 monedas diferentes. Por lo general, los anversos estaban reservados al emperador, miembros de la familia imperial o divinidades, Antínoo de fue una excepción justificada por su apoteosis.

Las monedas acuñadas de Antínoo tuvieron diversos centros, entre los cuales se puede hacer mención de Arcadia, en Grecia, Bitinia, en Asia Menor, y Alejandría, en Egipto. Igualmente, se emitieron monedas de alta calidad en Esmirna. Estas monedas se hicieron principalmente en bronce y se pueden dividir en tres tipos.

En primer lugar, existieron monedas de gran tamaño con rostros debidamente trabajados, que tienen casi la apariencia de medallas. El segundo tipo corresponde a monedas pequeñas y ordinarias. Y el último tipo se trata de monedas de menor tamaño y de inferior calidad. Por lo general, estas monedas mostraban en su anverso la cabeza o el busto de Antínoo.

En la inscripción de las mismas es descrito como un héroe o como dios. Las monedas de Alejandría y Tarso no tienen esta inscripción, pero señalan el título divino del personaje por medio de una corona HemHem o una estrella, símbolo de la naturaleza divina.

La uniformidad de los anversos contrasta con la mayor variedad iconográfica de los reversos. Por su lado, las monedas hechas en Kyme, en Asia Menor, aparece Atenea Promacos en la cara posterior y en las realizadas en Tarso, Dioniso montado sobre una pantera, una pantera sola o el dios río local Cidno.

En Nicópolis se puede apreciar la vista de unos edificios y las puertas de la ciudad o un toro, este animal también se encuentra en las acuñadoras de las monedas de Mitilene. En Arcadia el toro se expone en los reversos, y en Delfos un trípode. Son muy escasas las referencias que se tiene sobre Antínoo. En su ciudad natal se muestra al lado del buey a la carrera, caracterizado como Antínoo-Hermes y en Tarso aparece como Dioniso-Osiris.

Igualmente, estas monedas debieron atraer la benevolencia del emperador, asegurándole la lealtad de las ciudades. Los fundadores de las ciudades habitualmente son mostrados en las monedas acuñadas en ellas, lo que podría significar una intención propagandística. No obstante, también se acuñaron teselas de plomo.

En la antigüedad fueron apreciadas las monedas del primer tipo explicado, semejantes a medallones. Al mismo tiempo, se sabe que las mismas fueron reutilizadas en la Antigüedad como relojes de sol o espejos de mano. También fueron utilizadas como monedas de fichas de juego, lo que se reconoce por sus reversos fuertemente desgastados.

Existen conservaciones de acuñaciones en monedas de arcilla. Estas aplicaciones de terracota se emplearon de buena manera como tablas votivas o como ornamentos para sarcófagos de madera. Hoy en día este tipo de monedas son apreciadas por los coleccionistas. Se conocen también falsificaciones realizadas en el Renacimiento, denominadas paduanas.

Esculturas

Las imágenes de Antínoo fueron figuras a imitar por la retratística de personajes jóvenes durante el siglo II. Muchas de las esculturas que se realizaron a lo largo de este siglo se basaron en la figura de Antínoo. Este es uno de los motivos por lo que no se pueden identificar con certeza cuales eran las del joven.

Estas esculturas se caracterizan por sus rasgos suaves, un tanto redondeados. Los labios son gruesos pero la boca no es de gran tamaño. La nariz es muy recta, y las cejas curvadas. La mirada es ausente, un tanto melancólica. El atractivo principal son los rulos cayendo en la nuca.

Los mismos a primera vista parecen ser caóticos, pero cuando se observan a detalle se pueden ver que siguen un orden específico. De acuerdo al tratamiento que se le de al cabello, se puede diferenciar con facilidad dos estilos diferentes, el denominado tipo Mondragone, y el tipo egipcio.

A pesar de que los rostros de las estatuas se parecen entre sí, los cuerpos por otro lado era muy variados. Se tiene la idea de que el primer prototipo en el que derivaron otras obras era sobre una estatua del estilo severo de la primera etapa del clasicismo griego, es probable que dicho ejemplar se tratara de la estatua de Apolo del Tíber.

​Del modelo clásico tomaron varias posturas como por ejemplo la pose erguida, el giro de la cabeza, y las proporciones, sobre todo del torso. No obstante, los modelos poseen ciertos elementos que eran comunes en época de Adriano. Las formas son más anchas y más redondeadas, la frontalidad es muy acentuada y el torso está completamente erguido. De esta manera, los retratos hechos se parecen en mayor medida a los modelos clasicistas de la escultura de la época de Adriano.

Se puede notar la fusión entre el clasicismo y la escultura de la época de Adriano, ya que se intenta combinar el ideal de la belleza juvenil en el retrato clasicista con detalles naturalistas. Mientras que los artistas griegos del período clásico no llevaban a cabo verdaderos retratos, sino imágenes idealizadas, de esta manera, estos detalles eran más precisos con la imagen del fallecido.

Literatura

Se debe tener en cuenta que la relación de Antínoo y Adriano no solo cae en el arte antiguo y a su recreación y nueva interpretación. Si bien el interés de este personaje se ha manifestado en la literatura, fue bastante tardío ya que solo se inició en el siglo XIX, son varios los autores los que han buscado retratar a Antínoo en sus obras.

Entre los cuales se puede hacer la mención de la escritora belga Marguerite Yourcenar, autora de la célebre novela histórica Memorias de Adriano (1951) en la que al final de su vida, habla acerca de la vida del Emperador, entre otros muchos recuerdos, y el intenso amor que sintió por Antínoo y su trágica muerte.

Asimismo, otras novelas en donde aparece el personaje de Antínoo son: Antinous. Historischer Roman aus der römischen Kaiserzeit (1880), de George Taylor, Antinous, des Kaisers Liebling. Ein Seelengemälde aus dem Alterthume (1888), de Oscar Linkes, Der Kaiser (1890) del egiptólogo alemán Georg Ebers, Antinous oder die Reise eines Kaisers (1955), de Ernst Sommers, y Antinous, Geliebter! Ein Schicksalsjahr für Kaiser Hadrian, de Ulrich Stöwer (1967).

Televisión

En el año 2016 a inicios del mes de mayor, la cadena italiana RAI transmitió un documental acerca de las extrañas circunstancias en las que falleció el amante favorito de Adriano. Cristoforo Gorno expone diversas teorías acerca del trágico accidente en el crucero del Nilo: accidente, homicidio o sacrificio voluntario.

Recepción posterior

En paralelo con el descubrimiento del arte antiguo durante el Renacimiento se dio también un redescubrimiento de Antínoo. Al inicio el interés solo se centró en su representación en el arte, y no en la persona o la leyenda del joven bitinio. Para este redescubrimiento era importante que existieran diferentes obras de arte en los dominios de la escultura y la numismática, justo en las áreas en que comenzó la investigación del arte antiguo.

Adicional a esto, pronto se descubrió también que el tipo de Antínoo representaba una muestra particularmente clásica de la escultura de la Antigüedad. Con el paso de los años, llegarían a ser tomadas por retratos de Antínoo algunas estatuas que en realidad buscaban exponer a otra divinidad.

 

Ha sido todo por el artículo de hoy, esperamos que la información proporcionada haya sido de gran utilidad. En un mismo sentido, le hacemos la invitación a leer también: Mitología Romana y Mitología griega

Actualizado el 25 junio, 2021