Conoce todo sobre Xochiquetzal, diosa de la belleza y el amor

Descubre la intensa historia de Xochiquetzal, diosa azteca de la belleza, el amor y la sexualidad, poseedora de muchas cualidades, por quien se ofrecían sangrientos sacrificios. Te invitamos a conocerla.

Xochiquetzal

Mito de Xochiquetzal

El mito nos habla de que Xochiquetzal era una de las diosas más reconocidas e importantes de la mitología azteca, siendo referida principalmente como la diosa del amor, de la belleza y de la sexualidad entre aztecas y toltecas. Pero a ella se le adjudican muchas otras cualidades.

Su nombre Xochiquétzal, Xoquiquetzatl o también Xochiquetzalli proviene de la lengua náhuatl, que significa “flor preciosa” o “flor hermosa”, aun cuando en algunas leyendas se le llama también Ichpōchtli, que del náhuatl se traduce como muchacha.

Según los aztecas era la diosa de la belleza, el placer sexual y el amor. Se le asocia comúnmente con cosas naturales y hermosas, tal como las flores, el cielo, las plantas, la luna, las mariposas, así como también con expresiones artísticas como el canto y la danza.

En esto definitivamente se distingue de los demás dioses en cierta medida, puesto que gran parte de ellos estaban vinculados con violencia, guerra, conflictos y sacrificios.

Xochiquetzal

No obstante, debemos puntualizar en cuanto a este último aspecto que sus devotos y seguidores ofrecían por ella rituales sangrientos y sacrificios cruentos en su honor para complacer a su diosa.

En virtud de los muchos poderes que poseía, Xochiquetzal era una diosa a la que se debía obedecer en sus deseos y en lo que se ofrecía y en su leyenda se señala, por ejemplo, que en uno de los rituales ofrecidos a ella se podía sacrificar a un ser humano torturándolo para satisfacer a la diosa.

En el plano personal, se dice que fue hija de Tlazoltéotl, quien era diosa de la luna y, según relatos sobre ella, estaba siempre inmersa en el mundo del pecado y la prostitución, en un entorno en el que se podían presentar momentos contrastantes entre putrefacción humana y purificación, lo que hacía de esta diosa una criatura desconcertante. Muchas de sus cualidades las heredó Xochiquetzal.

Algunos autores aseveran que su padre fue Piltzintecuhtli, dios del Sol naciente y la curación, aun cuando otras fuentes señalan que, más bien, este fue uno de sus maridos, lo que nos revela que no hay consenso entre los mitólogos en cuanto a algunos aspectos de esta diosa. Podemos encontrar en la Mitología maya otras diosas con cualidades del amor.

Por otro lado, Xochiquetzal era hermana melliza de Xochipilli, a quien se le conocía como el príncipe de las flores y se le relacionaba con todo lo que tuviera que ver con las artes y con quien, según lo que revelan algunos mitos, se casó.Xochiquetzal

Xochipilli, hermano gemeloSin embargo, este es otro aspecto confuso en el historial de esta diosa, pues no hay evidencias al respecto, ya que aunque ella tuvo varios esposos y amantes, la mayoría de los estudiosos del tema no incluyen a su hermano.

Lo cierto es que dada su gran belleza, Xochiquetzal resultaba sumamente atractiva a los dioses y mortales, lo que la llevó a tener relaciones amorosas con varios de ellos como amantes y esposos.

La leyenda nos refiere que su primer esposo fue Tláloc, dios de la lluvia y el agua, luego estuvo casada con Ixotecuhtli, dios de la libertad, posteriormente con Piltzintecuhtli y también con Centéotl. Con Piltzintecuhtli engendró a Cintéotl, dios del maíz, y de acuerdo con otros mitos, a Nanahuatzin.

Uno de los mitos de esta diosa nos relata que mientras estuvo casada con Tláloc, vivió en Tamoanchan, que era el nombre que los aztecas y toltecas daban al universo.

Xochiquetzal 1

Tamoanchan

El mito de Tamoanchan, también llamado el Cerro de la Serpiente, nos revela que este era el lugar de origen y destino de los dioses, así como el de la creación del hombre. Su ubicación era imprecisa y según las creencias de varias culturas prehispánicas de Mesoamérica, como lo indica su nombre en regiones de Centroamérica, se encontraba en el horizonte “sobre todos los aires”.

Sin embargo, los mitólogos señalan que fue construido a poca distancia de Teotihuacan, al norte de la actual Ciudad de México, que es donde se hallan las dos grandes pirámides del Sol y la Luna.

Este era el sitio mítico de las civilizaciones mesoamericanas del período pos clásico, que se remonta hacia la segunda década del siglo XVI. Era un paraíso privilegiado pues estaba protegido por unos genios. Tamoanchan, según el mito azteca, constituía el universo, el cual estaba conformado por trece cielos, una tierra y nueve inframundos.

En él se encuentra el Tonacacuauhco, que era el árbol del sustento, que estaba en medio de un jardín inmenso denominado Xochitlicacan. También estaba allí el árbol sagrado Xochicuauhco, árbol florido o de las flores.

Xochiquetzal

La leyenda cuenta que este árbol florido poseía el don mágico de convertir a aquel que tocara sus flores en un fiel enamorado y con él poder tener amor por siempre, por lo que estaba prohibido arrancar o cortar sus flores.

Allí en TamoanchanTláloc tenía su palacio denominado Tlalocan en el primer cielo que era un paraíso terrenal, donde se disfrutaba de múltiples placeres y ningún tipo de aflicción. También fue la residencia de Xochiquetzal.

Era un lugar pleno del frescor de la naturaleza, con muchas cosechas de frijoles, maíz, tomates, calabazas y flores multicolores. Contaban con el servicio de unos pequeños ayudantes llamados Tlaloque, que se encargaban de servirlos.

Estatua de Tláloc

El palacio como tal poseía diversos aposentos y en el centro del patio había cuatro pozos con diferentes tipos de agua: la lluvia que hace crecer las cosechas, las tormentas, la nieve y lluvias esporádicas de tiempos de sequía.

Los Tlaloque eran quienes hacían caer el agua a la tierra con enormes regaderas y palos, siguiendo las indicaciones del dios de la lluvia. Producían también los truenos que, de acuerdo con la leyenda, ocurrían cuando ellos resquebrajaban sus vasijas provocando el ruido. Igualmente generaban los rayos producidos por un fragmento de la vasija que dejaban caer a la tierra.

En ese palacio moraba y reinaba Xochiquetzal sobre los aires y sobre nueve de los trece cielos del universo azteca. Ella disfrutaba del sitio por los deleites que había, donde estaba protegida y con muchos enanos y jorobados encargados de servirla y entretenerla como diosa.

Además recibía obsequios de la naturaleza, como sus manantiales, ríos, árboles y flores. Siempre estaba bien guardada para que nadie pudiera verla. Xochiquetzal solo se ocupaba de labrar metales o hilar y tejer hermosas y diversas prendas, pues tenía un gran dominio como tejedora.

Las flores

Cuenta la leyenda que esta diosa debía cuidar y mantener siempre frescas y hermosas las flores del árbol de Tamoanchan, pues se tenía la creencia, según hemos visto, de que sus flores eran sagradas y consideraban un sacrilegio cortarlas.

Cierto día, dice el mito que el árbol florido se rompió y las flores comenzaron a sangrar y a esparcirse por todo el jardín sagrado, debido a que Xochiquetzal había pecado con Tezcatlipoca, estando aún casada con Tláloc.

Los dioses castigaron con expulsar a la diosa por el pecado cometido, lo que le generó gran pena, vergüenza y tristeza por lo que había hecho y desde ese día no paró de llorar desconsoladamente por lo que había perdido y como señal de luto comenzó a llevar ceniza en los ojos.

El rapto

En otro mito se reseña que se apareció Tezcatlipoca, dios de la noche, invisible y de la oscuridad, en el palacio de Tlácoc y raptó a Xochiquetzal, llevándosela a su reino en el noveno cielo y la obligó a casarse con él. Cuenta la leyenda que fue en ese momento que se convirtió en la diosa del amor.

Se suscitó una situación de odio y sed de venganza en el primer cielo, pero ninguno de los dioses se armó de coraje para rescatarla. Solo Tláloc hizo frente a este desafío y viajó a los dominios del dios de la noche para pelear y recuperar a su esposa. De la contienda él salió victorioso.

Tezcatlipoca accedió entonces a entregar a la diosa de la belleza, prometiendo no volver a molestarla de nuevo, siempre y cuando se le prohibiera viajar a la tierra y permaneciera siempre en Tamoanchan.

Yappan

Estando Xochiquetzal en el noveno cielo, sucedió que fue tentada en sus instintos y por sus cualidades de saber cómo provocar el amor y seducir a dioses y mortales, según el mito, se presentó a una de sus víctimas.

Se trataba de Yappan, hombre de guerra en principio y luego un sacerdote penitente, quien abandonó su familia y esposa, pues había hecho la promesa de vivir en abstinencia y castidad.

Se fue entonces a una montaña a morar en soledad y subió a una alta roca de forma cónica en el escabroso terreno, se puso a hacer penitencia para complacer a los dioses.

Sin embargo, estos temían que fuera a faltar a su promesa y lo pusieron a prueba. Le enviaron a Yaotl, que era una de formas que adoptaba Tezcatlipoca para engañar y hacer caer a sus adversarios. Pero fue en vano.

Se enviaron varias mujeres, una tras otra para seducirlo e incitarlo al mal, pero ante todas Yappan resistió. Finalmente enviaron a Xochiquetzal disfrazada, quien ganándose la confianza del penitente, le convenció para que le indicara la ruta para alcanzar la cima de la roca.

Tezcatlipoca

Ya en la cima, ella se dedicó a provocarlo, haciéndole olvidar su penitencia, cediendo a sus encantos y rompiendo su guardia de castidad, con lo cual la diosa se alejó habiendo cumplido su parte.

El dios Tezcatlipoca, enojado porque hubiera faltado a su palabra, ordenó decapitar a Yappan, pero recapacitó y lo convirtió a él y a su esposa Tlahuitzin en alacranes de colores negro, rojo y amarillo.

Cualidades de Xochiquetzal 

Fue una diosa muy venerada y reconocida por sus cualidades para influenciar en los matrimonios estables, alcanzar la libertad sexual, relaciones amorosas placenteras y el instinto sexual cargado de mucho erotismo.

Asimismo se le asocia con la fertilidad, tanto de la naturaleza con la cual obtener mejores cosechas, como de la humana. De esta manera, influenciaba en los partos y en todo el proceso involucrado después del mismo para un mejor desenlace. Por tal motivo, se le atribuían poderes mágicos maternales y se le reconocen sus dones de protectora de las madres primerizas y los recién nacidos.

Por otra parte, por ser joven, hermosa, alegre y decidida, fue declarada patrona de los jóvenes, siendo usada su imagen para representar encuentros juveniles, espontáneos y libres.

Se le denomina diosa de las flores, en especial de las cempasúchil, las cuales han sido consagradas a ella. Hay en la Mitología inca una diosa de las flores semejante a las predilectas de Xochiquetzal.

Xochiquetzal

Sus devotos solían invocarla para solicitar sus favores a fin de que les proveyera belleza y sensualidad, así como protección y recuperación después de una desgracia.

Se le asocia con expresiones folclóricas del pueblo como la danza, la música y el canto. También se le atribuyen poderes con respecto a la herbolaria y los beneficios que de ella se pueden obtener, de las margaritas y las plumas. Como ofrenda se solían obsequiar pequeños mosaicos de cerámica con su imagen asociada a estas manifestaciones.

Adicionalmente se destacan sus raíces netamente mexicas, término proveniente del nombre náhualt: mēxihcah, que la historiografía tradicional refiere como azteca. Sabemos que los mexicas constituían el pueblo mesoamericano fundador del México-Tenochtitlan, que más tarde se convertiría en uno de los estados más grandes de la llamada Mesoamérica.

Esta comprendía áreas pertenecientes a los actuales países de México, Guatemala, El Salvador, Belice y cierta zona de Honduras, Nicaragua y Costa Rica.

Por todo ese sector se expandió la fama de Xochiquetzal, donde fue reconocida, venerada y en algunos sitios de los mencionados aún se conservan tradiciones en las que se incluyen ritos en su honor.

Características de su morada

En principio, como se dijo, vivió en Tamoanchan, paraíso en el que estaba el árbol Xochicuauhco que representaba al mundo entero, el cual según el mito, tenía miles de las flores sagradas multicolores. El pueblo creyente consideraba un amuleto de amor, al que tuviera el privilegio de ser tocado u obsequiado con una de ellas.

Esta morada se caracterizaba por tener muchos placeres y satisfacciones que ofrecer, además de sus bellezas naturales en bosques, manantiales, ríos, florestas y animales. Se encontraban allí muchas diosas y personas que acompañaban y cuidaban de Xochiquetzal, pero ningún hombre podía verla.

Los encargados de cuidarla eran en su mayoría enanos, jorobados y bufones, que le ofrecían música y bailes para divertirla y se desempeñaban como sus mensajeros si requería enviar algún recado a los dioses a los que ella cuidaba.

Rituales aztecas

Ya sabemos que Xochiquetzal constituía dentro de a civilización aztecas el icono de la diosa que simbolizaba amor, sexualidad y todas aquellas cosas bellas y placenteras de la vida.

Sin embargo, como muchas divinidades que ostentaban tantos poderes, los aplicaba implacablemente para lograr que se cumplieran sus deseos. Por ejemplo, se habla del mito en el que ella para demostrar ese poderío que se le había concedido, convirtió a uno de sus sacerdotes en un escorpión, dejando en claro ante los mortales, e incluso otros dioses, que ella tenía el control.

Por otro lado, era una de las deidades a quien los aztecas honraban y rendían pleitesía en el conocido festival del Toxcatl, evento anual que aún se celebra en el mes de mayo.

Para los rituales de esta festividad en sus primeras celebraciones, cuando se hacía honor a la diosa, se solía elegir previamente a una virgen que hiciera las veces de Xochiquetzal.

Ritual

Esta doncella, como parte del ritual, se casaba con un guerrero elegido con anterioridad, que representaba a Tezcatlipoca. Sin embargo, se estableció la condición de que esta unión solo duraría un año.

Ahora bien, se suscitaron ocasiones durante el festival de Toxcatl, en las que la joven elegida para hacer la representación, por mandato de la diosa según el mito, debía ser sacrificada desollándole la piel.

Luego un sacerdote devoto se la ponía y se sentaba en un telar, emulando el trabajo que solía desempeñar la diosa.

Mientras el sacerdote fingía tejer, los devotos de Xochiquetzal danzaban alrededor de él y luego se dirigían a confesar sus pecados ante una imagen de la diosa. Después de autoinfligían heridas en la lengua para hacerla sangrar como una ofrenda y expiar así sus pecados en un baño ritual.

Representación de Xochiquetzal

Se le representa como una mujer siempre rodeada de mariposas y aves. Asimismo, se encuentran numerosas imágenes de ella sosteniendo un ramo de flores en las manos, lo que nos remite al mito de las diosa y las flores, antes señalado.

En especial se le relaciona y representa con las tejedoras, pues como dice la leyenda, una de las artes que dominaba la diosa estando en el palacio Tlalocan era hilar y tejer, por ello encontramos manifestaciones suyas con herramientas propias para llevar a cabo este oficio.

Se muestra también como una joven muy hermosa, alegre y seductora, simbolizando la tentación que despierta la mujer en el hombre, dándole placer sexual y haciendo caer en tentación incluso a los hombres más castos.

Xochiquetzal se representa, asimismo, como defensora de agrupaciones de jóvenes por su arrojo y actitudes libertinas, así como protectora de cualquier persona que se dedicara al arte en el que resaltaran las bellezas naturales.

Finalmente, es a menudo asociada con soldadoras, prostitutas y benefactora de las embarazadas primerizas y de los bebés recién nacidos.

Actualizado el 25 junio, 2021