Erra

Descubre todo sobre Erra, el dios mitológico

Erra, era el dios de la pestilencia y la rebelión dentro de la mitología mesopotámica.  Según su leyenda, permanece durmiendo en su morada ubicada en el inframundo hasta que es  despertado por los peligrosos y demoníacos sietes Sibiti para dar inicio a la guerra.

¿Quién es Erra?

Erra es un dios hebraico antiguo, asociado a la fertilidad de la tierra, especialmente en la región inhóspita. A este dios se le rindió culto de Cutha y veneración como el dios Señor del inframundo. Durante el siglo VIII se documentó el mito de la historia del dios Erra, donde era descrito como la personificación de la fuerza del caos, fuente de donde emana la suspensión de todas las normas sociale,s esto durante la ausencia temporal de Marduk.

En tiempos de la antigua Mesopotamia, que enmarca las localidades de Babilonia y Acadia, el personaje de Erra fue considerado como el dios de la guerra, de los disturbios, las revueltas e incursiones. Esta deidad se identifica íntimamente con el dios Nergal. El cetro de su culto estaba en Erasalm, ubicado en la ciudad de Kutha, conocida también como la ciudad perdida. Durante el período babilonio, Erra fue conocido como el dios plaga. (Ver articulo: Adad)

Erra es uno de los dioses registrados dentro de la mitología mesopotámica, cuyos títulos eran el dios de la hambruna y la violencia. Fue considerado como el causante de la confusión política que se originó en la ciudad. Por su carácter belicoso, se relaciona con el dios Nergal. Dentro de los aspectos de su vida se tiene registro que era el hijo de An y tuvo como consorte a la diosa Mami.

Existe un poema famoso que narra los hechos desencadenados por la furia que invadió en un episodio a este dios. Su figura ha sido utilizada en múltiples amuletos, los cuales son utilizados durante las sesiones de exorcismos. Dentro del poema se cuenta como se irrumpe en la tranquilidad del dios y lo que este hecho trajo como consecuencia, la guerra. Cuando los extranjeros trataron de invadir Babilonia fueron atacados por las plagas.

El dios Erra se presentó causando a su paso devastación en varias de las ciudades de Mesopotamia. Esto hizo que Marduk abandonara su trono por un momento, mientras el dios Erra los asesinó a todos. Cuentan que luego del caos, el Dios retornó a su trono, ubicado en Emeslam, y la humanidad fue salvada. El mito sobre la guerra que causó el dios Erra era citado para exponer sobre las consecuencias de las distintas guerras que se produjeron en Mesopotamia.

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Su epopeya

La epopeya de Erra se convirtió en una leyenda mitológica que fue parte de la cultura y tradición en la Mesopotamia. La misma tiene como fecha de origen el primer tercio del I milenio .C., ubicándose además durante el siglo VIII a. C. El autor de esta obra fue el sacerdote del templo de Marduk en Babilonia, situado en Esagila, llamado Kabti-ilâni-Marduk. Dentro del contenido del texto, el autor se presenta a sí mismo en la parte de los comentarios de la obra, como el transcriptor de un “sueño visionario”, el cual le fue narrado y descrito por el que el propio dios Erra.

Esta epopeya está conformada  por cinco tablillas contentivas de unos 700 versos aproximadamente. Los personajes principales descritos en la obra literaria son, el dios Erra, como la divinidad de la guerra destructiva y las plagas, asimilando a Nergal, que es el dios del inframundo. Otro de los personajes es Ishum, quien es su visir, un dios menor que es el Señor del fuego.

El relato se inicia con la invocación del dios Erra mientras éste duerme acompañado de su esposa, la diosa Mami. Su descanso es interrumpido​ por su consejero Ishum quien iba con los Siete Sebetti, quienes eran los hijos del cielo y la tierra, llamados también los campeones sin par y a quienes Anu les había asignado un destino destructivo a cada uno de ellos. Los Siete incitan al dios Erra a acabar con la humanidad bajo el poder de una maléfica influencia, hecho que debe hacerse alejando a Marduk, que es el rey de los dioses, de su trono.

Por su parte, Ishum trata de pacificar la violencia concentrada en el dios Erra, pero sus esfuerzos son en vano. Erra aprovechó la ausencia de Marduk quien tuvo que salir de viaje para encontrarse con su padre Ea, y comenzó a crear desorden y caos, haciendo partícipes a los habitantes de Babilonia de la revuelta. Es así como la ciudad fue tomada a fuego y sangre, preámbulo que utilizó el dios Erra antes de ir ante el rey y hacer que éste mate a todos sus súbditos.

El rey Marduk se percata de lo acontecido y se retira al ver a sus súbditos enloquecidos, ve también como extranjeros llegan a invadir a Babilonia, siendo abatidos por la peste. Marduk termina renunciando a su trono beneficiando con ello a Erra, pero sólo por un periodo de tiempo.

El dios Erra ataca las ciudades de Babilonia, Sippar, Uruk, Dur-Kurigalzu y Der. Durante la batalla, justos e injustos son asesinados por igual. Luego, Erra le ordenó a Isum que completara el trabajo, finalizando con él sometiendo de los enemigos de Babilonia. Ishum logra calmar la furia de Erra, haciendo que vuelva entrar en razón. Se retira hacia Emeslam junto a los maléficos Siete y así se salvó el resto de la humanidad. De vuelta al orden de las cosas, el rey Marduk retorna a su ciudad, siendo nuevamente el rey de los dioses. El regreso del dios simbolizó el regreso de la vida normal, además de un estado de calma y prosperidad. (Ver articulo: Mummu)

En la cultura

La Epopeya de Erra se convirtió en un texto fundamental dentro de la cultura babilónica, ya que al menos 36 ejemplares fueron recuperados de cinco sitios durante el primer milenio.  Al parecer, su aparición no es casualidad, sino que por el contrario, corresponde al hecho de una mitologización de los tiempos turbulentos que se vivieron dentro de la historia de Mesopotamia.

Sin embargo, hay estudiosos que no están de acuerdo en que hayan sido los acontecimientos históricos la razón para motivar a hacer el poema, ya que en un pasaje de este se expresa “Cambiaste tu naturaleza divina y te hiciste a ti mismo un hombre mortal”. Se dice que a este texto se le adjudicaron funciones mágicas, ya que parte de sus líneas eran tomadas para escribirlas sobre amuletos que eran utilizados para realizar exorcismos, además de profilácticos empleados para contrarrestar la peste.

En el caso del grupo conocido como Los Siete, son llamados así por varios conjuros acadios, carácter que varía sus nombres demoníacos,​ pero su número siete si es invariable. Las cinco tablillas que conforman la estructura de la Epopeya de Erra fueron publicadas por primera vez en el año de 1956,​ con un texto renovado, el cual se basó en los hallazgos adicionales que relucieron en el año 1969.​

Este poema fue recuperado en un 70 por ciento, tomándose notas de la armonía existente en la característica sobre el aspecto mítico presente en el grupo de los Siete que fueron dirigidos por Erra, con Siete que se fueron contra Tebas, historia que fue ampliamente asumida por los helenistas, sirviendo como base histórica.

La ira del dios Erra

El dios Erra era la deidad de la devastación, nombrado el señor del inframundo en su  equivalente con el dios Nergal. Protagoniza la historia de La ira de Erra, donde se presenta una faceta del dios personificando la guerra aletargada, que tiene como fin la conquista de Babilonia.

Como una forma de distracción, el dios Erra acusa al rey Marduk de vestir pobremente, lo que es considerado como un insulto y como producto de su rabia y disgusto, el soberano acude a visitar a su sastre dejando a Erra como vigilante de su almacén en Babilonia, momento que aprovecha éste para atacarla.

El dios del fuego Ishum imploró clemencia ante Erra, pero éste mató a jóvenes y viejos, justos y malvados, todos fueron víctimas de su temible ira. Erra cede al final augurando que un día, tras una época de guerra universal, surgiría un nuevo líder militar, el cual tendrá la misión de unir a todas las personas. Erra busca la manera de justificar sus acciones ante los dioses y argumenta el por qué de su manera de ser.

Ishum también lanza una profecía, mediante la cual señala que dado a la moderación de Erra, permanecerá una huella, la cual en un futuro florecerá de nuevo. Erra, que era el guerrero de los dioses, se sentía inquieto en su hogar, deseando que se hiciera la guerra. Sin embargo, su cuerpo estaba preso por la fatiga y no era capaz de ponerse en acción.

Las armas del dios se cubrieron de polvo por lo que le recuerdan las glorias de la guerra pero también es un símbolo de reproche e insultos, ya que sus armas están cubiertas de moho producto de la desidia. Se prevé además que si no retoma sus antiguos hábitos, corre el riesgo de ser el blanco de las burlas, ya que la humanidad se ha vuelto ruidosa.

Erra decide obedecer a los designios y parte a buscar al rey Marduk, quien le explica al dios que no puede dejar bajo ninguna circunstancia su trono, desatendiéndolo sólo para ir a buscar metales y piedras preciosas, ya que la última vez que se ausentó ocurrieron graves daños sobre la tierra. Pero finalmente, Erra convence a Marduk no solo de que se vaya del reino, sino también de quedarse en su lugar. (Ver articulo: Tammuz)

Erra hizo varias cosas para retrasar el regreso del rey a la tierra. Es así como Erra desencadenó una guerra civil, descargando toda su ira contra la tierra, desatando terribles violencias y un estado de anarquía total. Viendo el sufrimiento del pueblo por esas acciones, Ishum, quien es su visir, siente compasión ante tanto sufrimiento e interviene. Valiéndose de la adulación, consigue que la ira destructora de Erra se emplee contra los enemigos de Babilonia, hasta que la ira se extinguió por completo.

Erra reprende a los demás dioses para luego volver satisfecho a su templo ubicado en Kutha. Erra decide reposar durante algún tiempo, pero antes de irse, bendice las tierras que él mismo devastó para que sean pobladas nuevamente y se vuelvan fértiles. Es un aliado cortesano de la edición Sumeria.

Lo que expresa el poema de Erra

El poema de Erra, es una obra escrita en lengua acadia. Es un poema único, cuya escritura está llena de acentos épicos, que refleja la expresión de lo complejo que se vuelve el espíritu humano cuando es abandonado por los dioses supremos. A través del poema se transita por la descripción de hechos históricos, variedad de mitos, características de los pueblos, descripción de dioses, expresiones de dolor, la cara de la destrucción y el desasosiego de las personas que desembocan en una regocijante paz que es el regalo de la divinidad para la humanidad.

Poema

¡Oh! Soberano de las tierras inhabitadas, creador del universo,

¡Oh! Hendursagga, primer nacido de Enlil,

el que lleva el cetro sublime, custodio de los cabezas negras, zagal de la humanidad,

¡Oh Ishum!, asesino famoso, cuyas manos están adaptadas para domar a fieras armas,

Y cuando su terrorífica espada resplandece,

hasta Erra, el llamado guerrero de los dioses, está inquieto en su morada,

a su corazón le urge a dar batalla,

Y dice a sus armas: impartir con veneno mortal!”

Y a los Siete, guerreros sin rival: «Tomad vuestras armas!»

Rey de todas las moradas, creador de las regiones

En este pasaje, el poema nombra a Herdursanga, quién era el hijo primogénito de Enlil, quien carga con el cetro sublime y es el guardián de las cabezas negras, así como el pastor de los seres humanos. También se describe a Išum, como un exterminador famoso, en cuyas manos se empuñaron terribles armas y lanzas impetuosas.

Allí viene el nombre de Erra, el héroe de los dioses, quien se agita en su morada y cuyo corazón le insta hacia el combate y le platica a sus armas, “Impregnaos con veneno de muerte”. En cuanto a los siete, el grupo de los Sibiti, los señala como los héroes sin rival, “Ceñíos con vuestras armas”. Y a ti -haciendo referencia a Išum- te dice, “Saldré al páramo; tú eres la antorcha; los hombres contemplan tu luz; tú eres el heraldo.

Dentro de esta sección del poema se describe el despertar del dios Erra. Una voz sublime que le indicaba “¡Erra, levántate! Para derribar el país, tal como resplandece tu espíritu y se alegra tu corazón!”. También relata un cansancio profundo producto de batallas pasadas, sosteniendo un diálogo con su corazón que es quien lo incita a la batalla. Se cuestiona entre seguir descansando o iniciar la arremetida batalla.

Vuelven a consultar al dios, esta vez son los Sibiti, llamados los héroes sin igual, quienes le indican a Išum que es el indicado para despertarlo, pues de otra forma el dios Erra morirá en su lecho. Expresa el momento en que Anu fijó los destinos de todos los Sibiti, confiándoles el destino de  Erra. Preparados, furiosos y con sus armas alzadas, incitan con mayor fuerza a Erra a ponerse de pie.

Mantienen una tradición, pues salir a la estepa o al campo para los jóvenes es parecido a una fiesta. Quien se mantenga fijo y cansado será objeto de burla y ridiculizado ante su pueblo.  Acto seguido, comienzan varias frases comparativas emotivas a la fuerza y el valor, que conllevan aun más la incitación del héroe Erra indicando “¡sal a la estepa!, ¡haz que resuenen tus armas, que den un grito tan fuerte que tiemble de arriba abajo”.

Erra decide a hacer la guerra

Dentro de este pasaje se narra el hecho de que el héroe Erra escucha el discurso expositivo de los Sibiti, por lo que cuestionó el silencio que mantuvo Išum ante la decisión tomada,  indicándole “abre el camino que voy a tomar mi senda. Toma a los Sibiti, los héroes sin igual y haz que mis terribles armas marchen a mis costados”. En medio del escrito le pide también que marche a su lado, “marcha detrás de mí”.

Interpeló así al dios con respecto a sus intenciones de destrucción, tratando de hacerlo entrar en razón contra el caos que estaba a punto de ocasionar. Aun consciente del mal que iba a hacer, pidió a su heraldo la compañía, pues entre los dioses es el más terrible e implacable y debía manifestarse.

A la vez se describe por las frases del poema como Erra busca provocar la rabia del rey Marduk, logrando sacarlo de su reino para poder así atacar a su pueblo. Tras el diálogo entre el rey Marduk y el dios Erra, éste queda con las manos libres para actuar según sus deseos. Erra, el dios guerrero se dirigió hacia Shuanna, la ciudad del rey de los dioses, se adentró hacia el Esagila, conocido así al templo de los cielos y de la tierra, y se presentó ante él. (Ver articulo: Ninsun)

El héroe de los dioses

En esta fase, el rey, en medio de su diálogo con Erra, le indica que no quiere abandonar su trono, pues ya en el pasado lo hizo y se desató un caos que en la obra se describe como un diluvio. “ Me levanté de mi asiento y se aflojó la unión de los cielos y la tierra”.

Indica la escena, comparándola al desorden formado donde se produjo fuertes sequías, también manifiesta la dificultad que se le presentó a la hora de reconstruir todo su reino; la población también disminuyó, ya que fueron pocos los sobrevivientes. En la obra, el relato del rey compara sus vestimentas como la restauración del pueblo, indicando que su ropaje debía ser purificado y cuando su imagen por fin volvió a brillar, entonces también hubo un final feliz para todos.

“Fui coronado con la corona de mi soberanía y regresé a mi lugar, mis facciones se volvieron altivas y furiosa mi mirada”. En el testimonio también le habla a Erra, diciéndole que a pesar de sus acciones, no puede contra el pueblo y que este renació entre las cenizas.

Se refiere también a una especie de árbol sagrado, el árbol meshu. “¡Oh héroe Erra!, ¿dónde está el árbol meshu?, que es carne para los dioses, un atributo para el rey del universo”. Un árbol mágico que se extiende por el cielo y la tierra, pero cuyas raíces pueden llegar hasta los infiernos, sitio donde habita el dios Erra.

También describe cómo es la entrada de Erra a Babilonia, comparado al aspecto e impacto de un león aprovechando que la ciudad no tiene un guardián. De igual manera, hace semejanza de la batalla que se sostuvo y de la débil defensa que se asumió entre las tropas viendo venir tanta maldad. La magia del verso disfrazó la saña y odio con que fue tomada la ciudad, el saqueo y la destrucción de la que fue víctima la población.

El poema señala además con versos el derramamiento inminente de sangre, “como las aguas de un albañal, hiciste que regara los alrededores de la ciudad”. Al ver tanta destrucción, el soberano Marduk, contempló inerte todo aquello y su corazón se oprimió con un dolor profundo, ligado a una fuerte ira que lo hizo lanzar una maldición implacable. Hizo un juramento, “de las aguas del río no beberá, ni entrará a Esagila”.

Comparó, desgarrado, como él con tanto esfuerzo después de una tormenta, había rescatado a Babilonia y ahora nuevamente estaba devastada por la acción despiadada de Erra. En esta etapa del poema, se describe con versos el enfrentamiento de Erra con el ejército durante la devastación de la ciudad de Babilonia. Indica como fue el ataque ante todos los que se le atravesaban, tanto fuertes como débiles, los justos y los no tan justos. “Al poderoso golpearé y al débil atemorizaré”.

Y no sólo es la forma de enfrentar a la población y darles muerte, también la forma de derribar la ciudad y destruir todo lo que esté en pie. De igual manera es con sus acciones como reta al resto de los dioses mostrando su poder “Debilitaré el mundo inferior y los cielos vacilarán”. “Me encaminaré a la morada del rey de los dioses y ya no habrá consejo”.

Erra se apacigua y dirige en otra dirección sus acciones

Durante el clímax de la historia narrada en el poema, se manifiesta el discurso con que Išum interviene para clamar ante el dios piedad para la humanidad. Es así como el dios cambió su destino, partiendo hacia una montaña donde fue acompañado por los Sibiti, héroes sin igual, quienes cerraron filas tras él. Erra llegó a la montaña causando estragos y acabando con ella. Acabó con los bosques, secó los ríos y aniquiló todo lo vivo dentro del lugar, convirtiéndolo en un terrible desierto árido, al igual que su morada. También logra con ello su título como el dios de la tierra hostil.

A su paso destruyó las montañas y derribó a los animales que allí habitaban. Trastornó  el rumbo de los mares y maldijo al ganado, transformando todo en barro. Una vez que Erra se calmó, ocupó nuevamente su morada. La totalidad de los dioses contemplaban su rostro, tanto el grupo de dioses Igigis como los Anunnakis, se mantuvieron de pie pero aín temerosos.

Luego de los hechos, el dios Erra justificó sus acciones ante los dioses que lo rodearon, indicando que todas sus acciones fueron producto de una ira desbordada y ansias de tener acción de guerra, y por ello la pasión desbordada que se convirtió en sangre derramada. “Se encolerizó mi corazón y abatí a las gentes”. También dio en sus palabras crédito a la intervención de su ayudante Isum, ya que sin sus sabias palabras, su furia no se abría apaciguado.

En esta parte de la historia y ya acabada la batalla, bajo una calma aparente, el dios Erra vuelve a su morada a retomar su descanso. En compañía de su heraldo Išum, pronunció un manifiesto donde ordenaba que los sobrevivientes se multiplicaran para repoblar la ciudad. (Ver articulo: Assur)

Con referencia a los dioses de la ciudad, señaló que se mantendrían a salvo dentro de sus moradas, hasta que todo retorne, las montañas verdosas y el cauce del mar, haciendo que todo lo que antes era hostil, al fin tenga frutos. De igual forma, la reconstrucción de la ciudad, los templos que fueron destruidos más el reconocimiento del proveedor tanto de Esagila como de la misma Babilonia.

Doxología final

Como comentario final se coloca dentro de la obra un análisis sobre el tema. Durante muchos años de alabanza al dios Nergal, el Gran Señor y héroe de Išum. Cómo Erra se hizo preso de la cólera, tomando con ello la decisión de acabar los países y destruir a sus pueblos; sólo su consejero Išum, logró apaciguarlo, salvando el resto.

Todos los dioses lo alabaron, entablando a los presentes a recitar estas alabanzas dentro del templo con la intención de que emane la abundancia, con la promesa de que el cantor que entone dichas alabanzas, no morirá por ninguna epidemia. Aunque el dios Erra se enoje de nuevo y el grupo de los Sibiti incurran en muerte, la espada de la destrucción no tendrá acción garantizando la paz.

Actualizado el 4 septiembre, 2018