Ojáncano, lo que no sabías de este malévolo personaje

El Ojáncano es un personaje malvado de la mitología cántabra que se puede transformar en una serpiente, lobo o cuervo; es un ser que sale de noche y arruina los huertos u obstruye las fuentes, posee sólo un ojo y es el terror de los ancianos y de los pastores. Conoce más de este personaje enemigo de la anjana.

el ojancano

¿Quienes son?

El Ojáncanu u ojáncano es un monstruo de la mitología cántabra, se le conoce por ser un ser maligno, se le describe como un ser gigante con un solo ojo, parecido a un cíclope de la mitología griega, también se puede parecer a un ogro. Al ojáncano se le conoce por otros nombres como Basajaun, Torto, Anxo y Tártalo todos estos nombres provienen del país Vasco a excepción de Basajaun, debido a que en algunas versiones lo consideran muy poco inteligente, inclusive lo consideran que sería muy fácil escapar de él; en el caso de Galicia al ojáncano se le llama Olláparo, en donde se le añade otro ojo establecido en el cogote, como también el Ollapín, sin embargo este tiene el ojo extra en el cuello, y por último en Asturias se le conoce como Patarico.

Tomen en consideración que debido a que la mitología cántabra queda ubicada en las diferentes zonas de la región norte de España también llegaron a tener contacto con otros países, como en este caso el país Vasco, además de que esta mitología también estuvo en conexión con lo que serían las mitologías celtas y romanas, inclusive viéndose envueltas con la religión católica convirtiendo a algunas leyendas en sincretismos religiosos.

Si bien el ojáncano es un personaje malvado, los creyentes de la mitología cántabra aseguran que este personaje es la simbolización de la maldad, brutalidad, indómito, crueldad y lo perjudicial. Es el enemigo de la Anjana puesto que es totalmente lo contrario a este personaje, ya que ella representa la bondad, la humildad, las acciones buenas y la dulzura.

Apariencia

Se le describe con una cara totalmente circular con un color amarillento, posee una barba larga con un color bermeja (es parecido al rojo) parecida a una llama y sus pelos parecen de jabalí, también posee un pelo de color blanco que según las leyendas asegura que si este es arrancado puede morir.

Su melena es larga y al igual que la barba son de un color rojizo, sin embargo un rojo menos intenso, posee un ojo en el centro de su frente que reluce con un color parecido a la canela, con puntadas de un color azul y con varias rayas pálidas. Tiene unos largos brazos, y además de ser fuerte goza de una voz que se le asemeja al trueno, es decir, su voz es tan profunda y grande que se le llega a comparar con el gruñido de un toro en celo y se dice que cuando el Sol se está ocultando el ojáncano empieza a rugir y a expulsar de su boca espuma.

Su ojo de un color rojo vivo brilla de noche, con respecto a su visión, aunque sólo posee un ojo, ésta es agudísima, ya que puede divisar todo desde largas distancias, tiene una enorme narizota estando tan deforme que incluso su buen amigo el cuervo lo utiliza como rama, sus labios son gruesos y peludos, tiene un collar en su cuello de color morado el cual está oculto por la cantidad de barba y melena que tiene.

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Tiene además una piel de loba que utiliza para tirar a las rocas y piedras grandes en una mano y en la otra un firme bastón de color negro que suele transformarlo en una serpiente, un cuervo o en un lobo. Para poder protegerse del frío en los periodos en los que nieva muy fuerte el ojáncano se unta grasa de un tejón, oso o un lobo en el corazón, en Cantabria este es un poderoso aislante conocido por el nombre unto.

Existen muchas versiones en donde se le describe de forma diferente, esto es debido a los diferentes lugares en donde se narran estas historias, por ejemplo, una en donde el ojáncano tiene unos 10 pies de altura y que pesa unas 800 libras, en otra que posee unos 10 dedos en cada mano y pie, hasta incluso que tiene dos hileras de dientes.

Como también que es muy delgado y que va totalmente desnudo por lo que se llega a cubrir con su melena y su barba larga, las cuales son engrasadas con un ungüento de grasa de oso para que lo único que se vea sea el único ojo, o también aseguran que el ojáncano tiene una zamarra (en España es una chaqueta que te llega al medio muslo hecha de piel o pelo de animal) con la cual se cubre el cuerpo y es de un color castaño.

Los ojáncanos se pueden transformar en lo que ellos deseen, como por ejemplo en un anciano indigente que solicita a las personas alojo para luego desaparecer antes del amanecer, dejando un rastro de muerte en el ganado, ya que mata a las gallinas, vacas y ovejas, inclusive hay veces en las que roba joyas o la destrucción de la vivienda pertenecientes a las familias quienes le dieron cobijo.

ojancano

También se transforma en un árbol gigante y grueso ubicado en los bordes de los caminos y en el momento en el que se aparece un carro o camión que tiene un cargamento de leña u otra cosa, el ojáncano convertido en árbol se deja derrumbar y daña el cargamento. A este personaje también se le incluye la desaparición de las jóvenes pastoras.

Sus únicos amigos son los cuegle (estos son los hijos de las anjanas malvadas con los osos pardos y su apariencia es descrita como un ser con tres ojos, cada uno de diferente color y no tiene manos). Los lobos, las serpientes y los cuervos, son los enemigos malignos del ojáncano y para los cuervos se le consideran los informantes del ojáncano, quienes le cuentan todo lo que vieron mientras se coloca en su nariz o en su oreja.

Se tiene la creencia de que cada 100 años nace un ojáncano bondadoso, a estos personajes se les puede acariciar y dar alojamiento, ya que si estos estaban agradecidos ayudaban al pueblo contra otros ojáncanos malos avisando de la llegada de estos seres.

Para poder evitar a los ojáncanos es necesario construir una casa de piedra ya que no podrá entrar a ésta debido al material. Sin embargo, si una persona decide entrar al bosque y llegar a la guarida del ojáncano, es decir, llegar a sus dominios sin la protección adecuada es posible que no salga del bosque, por lo cual es recomendable que para protección lleve consigo ramas de avellano o un veneno de sapo. Además de que también le puedes realizar ofrendas para tratar de calmarlo y que no se lleve a tus hijos e hijas o como también aniquile al ganado.

Hábitat

Su hogar se localiza en profundas cuevas y su entradas está escondida por una maleza y derrumbes rocosos, utilizando como puerta una enorme tabla que es imposible de mover, siendo él el único capaz de lograrlo, su catre se ubica en la parte más recóndita de la cueva y contiene muchas ramas, hojas y hierbas.

Habita en las cuevas debido a que en éstas se puede esconder del clima y los vientos fuertes, ya que estos causan que su melena y barba en los arbustos y árboles provocando que el ojáncano se enfurezca y derrumbe todo a su paso, tirando árboles e inmensas rocas.

Alimentación

El ojáncano disfruta de alimentarse del ganado que roba, entre el ganado destacan los bueyes, las gallinas, las vacas y las gallinas, sin embargo también disfruta de las las bellotas, los murciélagos, algunas aves como las golondrinas, las anguilas y las truchas (que le gusta hurtar de los pescadores), las hojas de los acentos, los tallos de las morenas y los panojos de maíz. (Ver artículo: Ogopogo)

¿Pueden morir?

Aunque resulte difícil de creer debido a la magnitud del tamaño de este monstruo, sí puede morir, ya que tiene dos debilidades según las historias que fueron narradas de generación en generación, la primera cuenta que si se le llegase a cegar su único ojo, el ojáncano se vuelve despistado por lo que se tendrá dee quitarle el único cabello blanco que tiene, el cual como se mencionó anteriormente está escondido en su barba, si se logra hacer esto, el ojáncano morirá.

La segunda consiste en que si el sapo volador o la lechuza lo tocan, ya que le propician mucho miedo, sin embargo, para el caso del sapo volador si el ojáncano no consigue una hoja verde de avellano y le agrega sangre de un raposo (también conocido como zorro o vulpinis) puede morir.

No sólo existen estas dos formas de matar a un ojáncano, de acuerdo a diversas versiones se cree que este personaje puede fallecer si come fresas silvestres o si una lechuza le toca la cabeza. Además, curiosamente, al llegar a una edad avanzada, son los ojáncanos más jóvenes los que se encargan de acabar con la vida de los más ancianos, luego de esto, le dan sepultura en un roble, pero primero le abren el vientre y se reparten lo que tiene adentro. Al cabo de unos nueve meses, del cadáver del ojáncano viejo comienzan a emerger unos grandes gusanos, los cuales toman las ojancanas y se dedican a alimentarlos con la sangre de sus pechos por unos tres años, hasta que se llegan a transformar en ojáncanos y ojáncanas para seguir con el ciclo de destrucción.

Dicho popular

Los pastores y las personas más ancianas le tienen muchísimo pavor, es casi como si los consideraran el demonio en persona, por lo cual tienen un dicho que consiste en tratar de espantar a esta temible bestia para que no se acerque a ellos o al ganado, en el caso de los ancianos todavía se acuerdan de verlo caminar por la nieve en las noches de enero y el miedo que estos sentían. Sin embargo, tratan de que no los escuche porque si lo hace, él se enfierecerá y matará a todo el rebaño.

“Ojalá te quedes ciegu,

Ojáncanu malnacíu,

Pa arrancarte el pelo blancu

Y te mueras maldecíu.”

Maldades atribuidas

Los ojáncanos sólo salen de noche para poder realizar sus acciones malas. Estos seres del mal son capaces de derribar los árboles, secuestrar a las jóvenes doncellas, robar y comerse a las ovejas, gallinas y vacas, hurtar las imágenes que están en la iglesia, romper las tejas, obstruir las fuentes y destruir los puentes.

También puede crear a los pueblerinos con ganas de robar además de crear discordia, envidia, soberbia y resentimiento por lo que los niños son protegidos contra él colocándoles recién nacidos una combinación de agua bendita y laurel para la niñas y en el caso de los niños lo mismo pero a esta mezcla se le agregaría harina.

Según la mitología cántabra los ojáncanos son los responsables de crear los precipicios y desfiladeros, además de despejar los montes, ya que cuando estas criaturas batallan entre sí se lanzan piedras propiciando estas creaciones.

Las anjanas y los ojáncanos

Estos son enemigos puesto que las anjanas representan las buenas acciones y son quienes premian a las personas con regalos, recompensas, cariños y humildad, en cambio, los ojáncanos realizan acciones totalmente opuestas, ya que representan las malas intenciones y les coloca rencor, ira, resentimiento, soberbia y castigo a las personas.

Los ojáncanos persiguen a las anjanas por los bosques, sin embargo ellas consiguen burlarlos siempre debido a la capacidad de hacerse invisibles o de transformarse. Las anjanas son las únicas que pueden castigar al ojáncano como también proteger al pueblo de él.

Existe una leyenda que nos cuenta como un ojáncano peleando con unos lobos en un día de invierno, los logra espantar, sin embargo estos le hicieron daño en uno de sus puntos débiles, es decir, en su único ojo. Sesgado y débil empieza a tambalearse y trata de encontrar el camino a su oscura cueva, cuando de repente una anjana lo ve y se le acerca, lo agarra de la mano y juntos con la ventisca en su contra y con el ojáncano ciego, caminan por el bosque hasta llegar al hogar de la Anjana donde desde ese día vive con ella, convirtiéndose en amigos muy unidos y en los días soleados la Anjana se lo lleva a pasear.

Ojáncanas

Estas son las esposas de los ojáncanos, y al igual que al ojáncano le gusta crear caos, sin embargo este personaje es sin duda más perverso que el ojáncano, ya que no le tiene miedo a nada,es  descrita con una cara fea, con un largo cabello y con unos pechos de gran tamaño que los puede cargar en su espalda como si fueran bolsas. Ellas no pueden tener hijos, puesto que son estériles, es por esto que son las encargadas de que cuando muera el ojáncano, amamantar a los gusanos que su cadáver produc) con sangre para que después de tres años nazcan ojáncanos y ojáncanas.

Leyendas

Una de las preguntas que se han suscitado con respeto a la mitología cántabra es que si el ojancano fue malo de nacimiento o si ocurrió algo que lo llevó a convertirse en un monstruo maligno que destruye todo a su paso y rapta a las jóvenes doncellas, sin embargo el origen de esta criatura se debe a una mujer, conoce más sobre esta historia.

¿Como se volvió malo el ojancano?

Cuenta la historia como el ojáncano se enamoró de una joven doncella, quien tenía un rebaño de ovejas de color blanco y negro. Un día, mientras la doncella tomaba agua natural de una fuente que manaba de una gran piedra llena de musgo, vio que ésta se estaba estremeciendo, la joven extrañada subió su mirada y vio a un ojáncano mirándola encima de la enorme piedra; en su mirada se podía ver una muestra de tristeza, la bestia miraba a esa mujer como si fuera un ángel que cayó del cielo, la joven alarmada y asustada, salió corriendo alertando a todos los pastores del pueblo; acción que lastimó los sentimientos del ojáncano.

Pasaron los días cuando la misma joven en la noche estaba prendiendo una vela para calentarse un poco a las cercanías del río mientras su ganado tomaba agua, sin embargo la vela le costaba prender debido al viento que estaba pasando, varias veces intentó prender la vela, pero no lo logró, de pronto se dio cuenta de que el viento no era el culpable, ya que en ese momento no había viento porque ni los árboles ni los arbustos se movían.

Se sintió confundida y que por una última vez decidió encender la vela, la cual se le volvió a apagar. La joven extrañada asomó su mirada para ver de donde provenía el viento, dándose cuenta que ahí estaba de nuevo el ojáncano que antes la miraba en la enorme piedra. Mientras él la miraba, se dedicaba a esbozar largos suspiros, como si tuviese un dolor muy grande en el alma o en el cuerpo; cuando la doncella se percató de esto, se dio cuenta que los suspiros eran los causantes de que su vela se apagara constantemente. Nuevamente, la joven se asustó y corrió al pueblo a llamar a los pastores para que la socorrieran.

En otra ocasión, la joven se encontraba detrás del ganado de ovejas mientras cargaba un hato de leña, en eso alguien le quitaba el hato de leña, y al echar un vistazo se dio cuenta que era el mismo ojáncano de las veces anteriores quien tenía en la mano un hato que se asemejaba a una especie de bastón que usan los hombres. En esta oportunidad, la joven no salió corriendo llamando a los pastores, sino que se quedó escondida detrás de su ganado asustada y rezando a quien la pudiera oír en el cielo para que nada le ocurriera, luego mientras caminaban hacia el pueblo y ya estando cerca de él el ojáncano le devolvió el hato de leña y se adentró al bosque como si estuviera de mal humor por devolverse.

En un atardecer, la joven bajaba con otro hato de leña para que el ojáncano volviera a quitarselo y llevárselo hasta las cercanías del pueblo y ahí se lo devolvía, así siguieron pasando los días, la joven se le empezó a quitar el miedo ya que cada vez que el ojáncano se le acercaba ya no huía, temblaba o rezaba al cielo.

Mientras pasaban los días, el ojáncano se dio cuenta que la joven perdió el miedo al verlo y es por eso que desde ese entonces él empezó a quedarse más tiempo haciendo que la joven confiara más él, mientras el ojancano siguió viéndola con tristeza y suspirando. Al llegar la primavera estaban todos los días juntos, el ojáncano no desperdiciaba una oportunidad para ayudarla cuando podía, le quitaba las piedras en su camino para ella no se lastimara.

También le cortaba la leña y si tenía sed iba a buscarle agua a la fuente, en la época de lluvia utilizaba los árboles y grandes rocas para proporcionarle un refugio cómodo, Al pasar los días los pastores veían extrañados a esta pareja de amistad, llegando inclusive a llamarla como la novia del ojáncano y burlándose de ella, sin embargo, ella no les prestaba atención, debido a que ella empezaba a querer al ojáncano y a extrañarlo cuando no se veían por largos períodos de tiempo.

No obstante, no todo fue felicidad para estos amigos, debido a que en la mitad de la primavera la doncella no subió a la montaña donde siempre se encontraba con el ojancano, él la buscó por todas partes sin lograrlo, incluso le pidió a su buen amigo el cuervo que la buscara, pero cuando volvió y se le posó en la nariz como tenía costumbre de hacerlo le dijo que no la había visto a lo largo del monte, por lo que se sintió cada vez más triste.

Pasaron los días y él no la volvió a ver, llegando a que un día en el atardecer ya harto de no verla, detuvo a un pastor que iba por el camino en el que siempre el ojáncano encontraba a la doncella, el pastor temblando de miedo le contó que se habían llevado lejos a la joven puesto que a sus padres no les gustaba su junta con el ojáncano y no querían que lo volviera a ver.

Al escuchar lo que le había dicho el pastor, se quedó sin habla, y el pastor se quedó contento de que no lo asesinara. Al día siguiente, le pidió a su fiel amigo que la buscara, por lo que pasaron dos días cuando el cuervo volvió y le dijo que estaba encerrada en un cuarto, enferma de pena y tristeza sin lograr salir.

El día pasó y cuando los pueblerinos se despertaron, empezaron a escuchar quejas ya que alguien había causado estragos en el pueblo, los huertos y los maizales estaban destruidos, ningún árbol de fruta se encontraba en pie, toda la cosecha que habían cultivado estaba destruida completamente sin nada que pudiera ser salvado.

El médico para poder visitar a los enfermos se encontró con que su coche tenía las rueda partidas, cuando el sacerdote fue a entrar a la iglesia se dio cuenta de que las campanas habían desaparecido y el herrero al entrar a la fragua descubrió que no estaba el yunque.

Después, le pidió al cuervo que volviera a ver a la joven, al volver el cuervo le dijo que le estaba dando sepultura ya que había muerto de pena, por lo que el ojáncano gritó de rabia y de tristeza, su rugido fue tan fuerte que todas las piedras y árboles temblaron y luego estallaron, el agua inundó todo a su alrededor, destrozando el campanario de la iglesia, destrozó la casa de los padres de la joven doncella, no dejando ni un rastro de éste.

Desde ese momento, todos los días empezaron hallar una destrucción nueva, si no era un nuevo hoyo en la plaza, era un molido destruido o la fuente toda cubierta de piedras muy difíciles de mover. Todo lo que los pueblerinos construían se veía destruido al día siguiente debido a que el ojáncano iba en las noches a descargar sus penas, a medida que pasaba el tiempo el pueblo se quedó sin alimentos por lo que los aldeanos decidieron empacar sus pertenencias y abandonar sus hogares.

Siguieron pasando los días y el pueblo se quedó sin habitantes, ya que el ojáncano por su tristeza y resentimiento por la muerte de su amada no paraba de dañar las cosas que construían hasta que no quedó ningún alma ahí, las casa abandonadas empezaron dañarse. Así pasó el tiempo y las personas olvidaron que el ojáncano se convirtió en malo sólo porque no lo llegaron a aceptar y mataron a su amor.

https://www.youtube.com/watch?v=CxYbeybQKOo

Actualizado el 18 octubre, 2018